Caminar
por fernandobenavides
Caminó mucho, caminó por todos los estados y en todos los estados, camino mucho y en cada paso le dolía el alma, le dolía mucho, porque cada paso era una nueva herida que se abría para recordarle o mostrarle o mostrarle y luego recordarle lo frágiles que eran sus pasos y los que habían sido antes de los suyos.
Le dolía en el fondo del recoveco donde se alberga el alma, le dolía el aroma de su propio corazón, por eso a veces caminaba con los ojos cerrados hasta que tropezaba con la realidad, por eso a veces se quedaba sentando, cambiando el paisaje con los recuerdos, por eso el mar se volvió bosque y los arboles se tornaron edificios, porque sólo quería seguir caminando para terminar de hacerlo.
Lo llevaba como un castigo, una clase de penitencia que le pesaba en los ojos y le dolía en las manos, en los dedos, en los pies. De vez en cuando sonreía cuando descansaba las imágenes y escuchaba al viendo seducir a los arboles, conquistar sus hojas, tocar sus ramas, penetrar en sus raíces y hacerlo moverse de esa forma en la que sólo el viento puede mover a los arboles. Eso le gustaba, escuchar y sentir, imaginar como poco a poco el mundo se desnudaba para enamorarse con sus sombras, con sus movimientos, con sus contrarios tarareando las notas de un piano viejo y cansado. Entonces volvía a caminar, volvía a cruzar las fronteras del hombre, las fronteras de lo real y lo enterrado, volvía a recordar cuando no tenia ninguna carga, cuando no estaba huyendo, cuando corría con un esbozo de sonrisa plena que le hacia regresar siempre al mismo lugar y sentarse con la ritual postura de aquel que desea desear mas, de cuando el mundo aun no tenia suficientes palabras para describir su felicidad y que después fue muy tarde, cuando alguien podría describir lo que sentía ya no lo sentía.
Eso fue hace mucho tiempo, cuando aun era nadie, ahora ya no, ahora ya solo recuerda pero ya no siente, ya solo camina como hoy que lo hizo mucho, como ayer, como lo hará después, hoy caminó mucho, aun le duelen los huesos del alma, aun no sabe cuando dejaran de dolerle tanto sus pasos, aun no le llega alguna carta que le diga cuando va a morir y por fin dejar de caminar.