Pulsos, latires, sentires.

por fernandobenavides

Esta mañana el cielo se abrió temprano, entre sueños pesados que me dejaron tumbado sobre una pequeña cama a medio llenar.

El camino de hoy, particularmente, me hizo pensar en ella. De todos los días separados hoy me asaltó el pensamiento, la profundidad de las preguntas, la señoría de la respuesta.

Hoy pensé en ella como no lo había hecho antes, quizá porque había tomado este tiempo como simple pretexto para hacer los pendientes realidad.

Hoy estaba ella en mi -aún antes de llegar al trabajo- pensaba en ella de formas serias y curvas prolongadas al borde del abismo, donde si no se tratan con tacto las situaciones se puede caer y no volver a levantar, acompañado de la oscuridad.

El tiempo que nos hemos dado fue un ejercicio que sanó el corazón de las dudas, porque en mi, la pregunta comenzó a ser respondida por una frase contundente y constante: Quiero estar con ella.

Esa era mi respuesta ante cualquier pregunta que viniera a la mente. Toda interrogante que se pudiera presentar era alejada con la misma respuesta, de cualquier forma pero estar con ella, de uno u otro amanecer, pero estar con ella.

Cuando llegué al trabajo el mundo se hizo enorme, del tamaño de la imaginación grande y bien lograda, con un regalo que me aguardaba en la mesa del estudio, con un recado que no era de su letra, había sido forzada la mano para parecer la que no es.

Adentro había algo, que yo no quería abrir, porque el envoltorio parecía decir que después de abrirlo no habría vuelta atrás y porque era un hermoso envoltorio, hecho con tanto cuidado que el blanco besaba al negro listón que descansaba en dobleces preciosos.

Abrí la caja… adentro había amor, amor que se escapaba por el aire desde que abrí el envoltorio, deslizando el blanco papel como si fuera ropa resbalando por las piernas entrañables de Ariadna, había amor que se podía escuchar, ver, probar, oler, tocar… amor de verdad; quien diga que el amor no se puede palpar está equivocado, yo lo palpé en la mañana de mis verdades.

Adentro había sonidos que me acompañarán desde ese momento hasta el último de los recuerdos que tenga mientras mantenga un poco de aliento en los pulmones que aguarden al escape del alma; adentro había bocados de pequeños placeres que sólo se podrían mejorar compartiéndolos con quien ha hecho mi vida sería, amada, querida, perpetua.

Quiero estar con ella, es lo que pienso, pero el pensamiento se aleja cada vez más, puedo verlo irse paso a paso, tan constante que puedo señalar su camino, pensamiento que se va y toma su lugar el sentimiento; ya no es el pensar querer estar con ella, es sentir que quiero vivir en su pecho, sentir su latir y pasear bailando en el pulso de su vida, junto a la mía.

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