El plan del centeno
por fernandobenavides
El plan era recoger todas las miradas; las de las madres, de las hijas, de los padres y de los muertos; ver la caída en una vista o la ceguera en otra, las cejas nebulosas al horizonte de Tristán.
Una a una entender las caras, sombra de una ola tentando la nariz tras el convenio de la respiración, la vista alegre, la distante, el juego animal, la casi muerte, el asombro poco, el asombro todo, lo vivido y lo vívido; tras los tíos y las putas, tras los desechos y las burlas, los desamores, los pesares, malestares y reconfortaciones, la luz del nacer y la luz del fallecer, el placer de penetrar y ser penetrados, en constante batalla por no entregarnos a los sueños no cumplidos, los aforismos y las bestias ocultas, conocer los amores agazapados, las reliquias del solsticio, las vacaciones del descanso.
El plan era estar frente a las miradas cómo si de un campo de centeno se tratara;
aventar aventura, tierra a los píes, brindar con paciencia al vértigo y comenzar a recolectarlas,
como espigas en campo cobrizo de octubre a buen nacer.