Cada que escupo sangre
por fernandobenavides
Cada que escupo sangre me doy cuenta que nos gusta estar acabados,
que no comprendemos los fracasos,
que no podemos hacer otra cosa que vivir a medias cuando nos han abandonado,
o cuando estamos por abandonar los sueños.
Estamos condenados a vivir los mismos errores,
volver a creer en las personas,
y ser golpeados como la vez primera;
he creído en las personas desde la primera vez,
y hoy termino caminando por la calle con el sonido de los automóviles y nada más.
Somos un castigo nosotros, de nosotros,
somos un castigo para las personas que creemos querer,
las que necesitamos,
un castigo que soportan, aunque lo demos en reversa, para que nunca se acabe.
No creo ser una mentira,
aunque me traten como si fuera una,
no creo matar,
aunque tal vez lo haga sin saberlo.
No creo ser mudo,
pero las personas no me pueden escuchar,
parece que avanzo,
parece que lo hago en reversa
y qué me queda,
sino volverme a estrellar en el piso,
sangrar,
y recogerme en pedazos para volver a empezar.
Como si la gente no necesitáramos de la gente,
como si no lo mereciéramos algunos,
como si no lo aceptáramos,
ni fuéramos dignos de poesia;
o quizá no lo somos,
y seguimos de reversa,
para regresar a creer,
después de estar acabados.
Sangre oscura sangre,
que viene de mi,
que se aleja de mi,
que me recuerda lo débil que soy,
que brota de mi boca una y una vez más.
Que alguien me diga en la oscuridad si se encuentra aquí,
que alguien me dé los santos óleos de la lástima,
o me deje hincar para limpiar su vida acabada,
que nos compadezcamos,
o cierre mis ojos con su cansancio.
Alguna vez creí que no hay que descansar tras las heridas,
alguna vez pensé en alejarme del hospital y regresar a pelear,
algún tiempo me di para convencerme,
pero mi sangre me dice,
que apesto a ingenuidad,
y que no dejará de brotar.