Mujeres
por fernandobenavides
¿A qué tipo de mujeres pertenecemos?
sin engañarnos, nosotros pertenecemos a las mujeres, no ellas a nosotros.
Será de aquella mujer delicada y hermosa que se retrata con flores y no sabes dónde está la raíz de una y dónde de otra;
o de aquella que escala altas montañas y cuando alcanza la cúspide se sienta en el abismo y mira al sol y el sol le devuelve la mirada;
la mujer que está perdida y no quiere encontrarse y nos arrastra a su abismo y muere y mueres con ella;
o acaso la que está en cuclillas en el andén del tren y no quiere que le hables ni le preguntes, sólo la miras estar.
La que cuida de ti y se sienta con bragas pequeñas mirando el anochecer mientras los edificios guiñan sus luces;
la que te ha engañado siempre pero te engaña bien y no lo sabes;
o la que se emociona al ir camino a un concierto y toma cerveza contigo, llueve y baila bajo la lluvia;
o la que dice diez palabras precisas y no sabes qué contestar;
la que no embona en tu mundo y hace que tu mundo se mueva para colisionar sin remedio (¿acaso la existencia tiene otro fin que no sea destrozarnos con pasión?).
Aquella que no sabe nada de la vida pero tiene hermoso cuerpo y te pierdes en su pecho, en sus piernas, y te vuelves animal por ella;
o la mujer que está lejos y lejos se mantiene pero es cálida en la nieve, y en sus ojos se puede ver el mundo nacer y caer, pero le falta valor;
o aquella que te alcanzó en el mar y en el mar te abraza, sus piernas abrazan tu cintura y embates el oleaje con ella en brazos,
o la que tiene dos hijos, o una hija, o tres perros;
la que se fue,
la que se quedará,
la que nunca te hizo caso,
a la que nunca le hiciste caso,
la que va a morir en tus brazos,
la que te acurrucará en los suyos y su mirada será tu última mirada,
la que encuentre en un tranquilo bar dentro de la selva,
o la que compre libros en la víspera de tu lectura,
la que lea por ti cuando tus ojos se cansen,
la que nunca se canse,
la que canses,
la que sonría,
la que sonría siempre,
la que nunca deje de sonreír,
acaso la mujer que guste de ser mujer,
o la que te acompañe a Cuba y dibuje la playa
y la casa abandonada de la Habana,
será la mujer para la que no tienes palabras
porque quizá no llegue,
o quizá la que te vea en la calle un día,
con frío,
y platique en un café sobre cómo es su guerra,
su batalla y sus temores,
y se vaya
y no regrese jamás.
Hermoso, simplemente…
¡Qué bello hermano!