Por el camino

por fernandobenavides

Estábamos en el automóvil, era un automóvil viejo, lleno de polvo;
íbamos sobre un camino terroso,
nos deteníamos de vez en cuando para cargar gasolina y beber una cerveza,
era entonces cuando las corcholatas estaban en el piso;
recuerdo las corcholatas.

Sin muchas palabras,
no hablar era parte de la conversación,
Jessica estaba a mi lado.
Yo era un monstruo y Jessica tenía esos enormes ojos de tristeza,
luego su sonrisa asomaba al mismo tiempo,
era toda ella una contradicción,
por eso estábamos juntos
y por eso no me dejaba.

El sol daba,
daba en el camino,
el sudor en ese momento era necesario y la sombra era apenas,
revisábamos la gasolina cada tanto, creíamos poder llegar a cualquier lado,
sabíamos que nada estaba escrito.

Más adelante el camino era franco desierto.
Me detuve en medio de la carretera: no había nada.
Le pedí a Jessica que tocara el violín, siempre cargaba con su Cremona,
copia de un Stradivarius 1872;
se sentó en el capo y comenzó a tocar,
yo también me senté recargándome en la llanta y comencé a escribir.