María a toda velocidad

por fernandobenavides

Me tocó preparar el estudio de grabación para María, no recuerdo la causa ni recuerdo el año, mucho menos el mes, tampoco conocía a María, pero llegó al estudio e hicimos algunas pruebas de locución. Era fantástica. Se le escapaba la vida en risas; la clase de chica que tiene prisa por hacer todo, además, era muy bonita. El cabello castaño andaba aquí y allá, en su espalda o en su frente y tenía la plática desbocada; era una chica simpática.

Pensé que se iba a quedar con el trabajo, encajaba bien con todos los que estábamos en ese momento en la estación. A mi me había gustado, quizá por viva o por diferente.

La prueba duró alrededor de 20 minutos, me preguntó cómo le había ido, le dije que bien. La prueba había sido en la noche y preparábamos nuestras cosas para ir a casa. Traté de salir rápido para alcanzar a María en el estacionamiento pero no lo logré, así que subí a mi viejo carro gris y tomé la vía rápida; fue cuando la vi, ella manejaba un VW sedán negro. Me pareció aun más agradable metida en ese diminuto automóvil redondo en el que el clutch sigue siendo un enigma.

La alcancé y pité la bocina, saludándola, entonces ella me vio y comenzó a sacar la lengua y hacer toda clase de caras, le respondí de la misma forma; y allí íbamos, cada uno sobre su lámina vieja haciendo caras a toda velocidad. En algún momento ella tomó la lateral y la perdí de vista.

No recuerdo si después le hablé para invitarla a salir, quizá lo hice, pero nunca quedamos en algo.

Poco tiempo después María murió. Había ido con toda esa intensidad a la playa y no salió del mar. No le alcanzó el aire, sólo murió. Con razón tenía tanta prisa por hacer.

Luego conocí al que había sido su novio y lo imaginé destrozado al momento de la noticia, no sé si estuvo en el lugar, el pobre tipo cargaba en la cara la pérdida, le dije Lo siento. Pobre Elias.

Cuando pienso en las posibilidades de no lograr recuerdo a María en la vía rápida, mientras hacíamos caras de carro a carro, y así es como me gusta sacarla del mar, o pensar que no fue a la playa, que tomó otro camino y está en su automóvil redondo como bollo, esperando que le marquemos para decirle que se quedó con el puesto y que el lunes se tiene que presentar a trabajar.