Peligrosamente a la orilla
por fernandobenavides
Aún no he caído del todo,
pero lo vengo haciendo constantemente desde hace tiempo,
acostumbrándome a hacerlo
sin mayor prisa que la misma caída.
Las personas se agigantan alrededor
y encuentran el día,
y es como si en verdad perteneciera aquí,
que es pertenecer a ningún lugar.
Algún día extrañaré esto,
y extrañaré la madrugada en la que no levanté,
y me arrepentiré de no escribir lo que tanto deseaba.
A mi lado están los rosarios de Rosario
y la vida cálida de la felicidad
que parece no hallarse en mi,
y se acomoda arrojándose
más allá de los bares y la luz neón.
Me empiezo a preguntar
por qué sueño con dejar todo,
mientras los demás
parecen encontrar.
No sé a dónde pertenezco
ni sé qué huracán me habrá de matar,
ya son pocos los caminos
y parezco seguro al caer,
lo hago de nuevo
sin mucho remordimiento.
Allá me esperan
y habré de planear mi fuga
una y otra vez,
como sí el amor quemara;
pero acaso no lo hace?
y si no,
no es más que la vaga idea de lo que debe ser.
Por eso habrá de ser amado
el que se va,
el que no encuentra final junto a alguien,
ni lo espera encontrar.
Estamos acabados,
y somos más de los que pensamos,
nos descara el rostro,
no hay suficiente belleza,
sólo queda la desesperación,
que comienza por acercarse
y duerme tranquila
junto a nosotros.