Lunes
por fernandobenavides
Lunes,
maldito lunes,
el hijo bastardo del domingo,
maldito domingo.
Tendría que ir a trabajar,
había que pagar la renta y comprar un par de botellas de vino,
además, había terminado de leer un libro del que esperaba más,
estaba deprimido,
últimamente espero más de los libros de lo que entregan,
como las mujeres de mi,
que esperan
y no encuentran.
Afuera sonaban las sirenas,
a esa hora la gente ya se estaba matando;
teníamos un gobierno deficiente,
como todos los demás,
y la gente como yo se contentaba con una botella de vino que no estuviera avinagrado,
o casi.
Aún tenía una botella abierta en la cabecera,
el vino era malo,
pero era el único que había,
y un poco de cerveza.
Así que ahí estaba,
en la cama,
la noche invadiendo cada esquina.
La noche es un ejercito invasor,
despiadado,
preciso.
Mi perra Gretel estaba a mi lado
despertaba y volvía a dormir,
sin importarle la renta,
ni los intentos.
Era lunes,
y estaba terminando;
a las 11:30 había música clásica sonando,
y no estaba mal.