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Los escritos de Fernando Benavides

Grietas y lluvia

No era el momento de salir con Julia,
y tomar una cerveza,
o dos,
un whisky,
o dos,
escuchar rock,
blues,
o escuchar las noches deshacerse en cantos de cigarras;
aún no;
quizá no lo sería nunca.

En cierta manera había caído en la espera
de algo que no iba a suceder;
ella era interesante,
incluso parecía perdida como yo,
y por ello era hermosa.
No le interesaba a ella.
Desprecias,
(aunque no quieras)
y te desprecian,
(aunque no quieras)
está bien,
se vive con una falta de aventuras
como si fueran ciertas.

Así qué había dejado aquello por la paz;
caminaba tranquilo por las mañanas y
algunas buenas mujeres
pasaban a mi lado en el tren,
dejando un aroma de bañera que no me interesaba.

Me hacía falta una pluma para escribir
palabras de furia,
palabras suaves,
palabras correctas que se escapaban entre una calle
y otra
sin volverlas a encontrar.

El mundo está lleno de olvidos,
yo soy uno de ellos.

La desesperación llegaba sin aviso y me alejaba de todo;
pero tenía un par de noches sin las respuestas correctas.

El agua de la lluvia llenaba las grietas de la banqueta por la mañana
y los sonidos iban llegando torpes y fuertes desde todas las calles,
desde todos los frentes,
desde todas las demoras.

No era tiempo de salir con Julia,
hay que aguardar uno,
dos meses,
quizá más,
quizá años;
quizá no llegue nunca el momento;
hay que esperar
a que se llenen de lluvia
todas las grietas
de la ciudad.

El chico sin una mano

Hay un chico
sin una mano
que juega fútbol en el parque,
festeja y dribla a los otros chicos;
se le ve contento,
alza los brazos al gol
y el sol cae sobre su espalda
con rayos dorados
festejando el tanto.

Los demás chicos lo ven
y juegan
mientras los perros ladran
moviendo la cola
tras el balón
y pasa un carro de dos ruedas
con helados
y sus campanas
y sus recuerdos fabricados al instante.

Llegan personas,
algunas buscan la sombra
de las hojas
de los árboles
de una tarde cotidiana,
hermosa.