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Los escritos de Fernando Benavides

Exilio

Hace tiempo
hubo una chica
que daba todo por mi porque,
–bueno–
como suele suceder,
uno da todo por la persona equivocada,
cree en la persona equivocada
y muere por la persona equivocada.

Era una mujer reciente,
con el cuerpo recién cincelado
y tenía una amable sonrisa,
eso era bueno,
su sonrisa.

Sus ojos se hacían pequeños al verme
y volvía a sonreír,
como guardando cada postal que hacíamos
sin querer hacerlo.

Contaba buena historias,
historias de barrio,
y cosas que le asombraban,
que era todo
y ella lo sabía.

Después la abandoné para irme a otro lugar,
lejos
y solo;
ella lo aceptó y dijo:
Quiero vivirte hasta el final;
así que eso pasó,
vivimos hasta el final,
y en el final,
nos despedimos de un abrazo
y un beso que ya olvidé.

Después de un tiempo
esta chica me alcanzó hasta donde estaba,
que era lejos,
y estuvo conmigo algunos días,
y sólo hasta el último día pudimos ver el amanecer.
Pocas personas fueron a verme en el exilio,
ella fue una de ellas;
no la amaba,
la quería,
aunque ahora
la recuerdo con bastante amor.

Eventualmente

No podría –por supuesto– durar mucho así;
me estaba acabando poco a poco:
las noches con pocas horas de dormir,
la caída del aire sobre mi espalda,
pesado,
con todas las voces
y todos los errores;
comer una o dos veces al día
y el alcohol, que era lo único bueno,
pero sobretodo
lo que más me había acabado
era haber amado a varias mujeres tanto
y no poder amar ahora.

Pero no estaba mal,
hay veces que
yendo hacia el infierno
te estás salvando
y encontrando un camino diferente
a la inmortalidad.

Ya no estaba furioso con
las mujeres
cuando no amaban como yo lo hacía,
ya no me interesaba entrar en discusiones,
ni me interesaba otra cosa
mas que volver a encontrar algunos sonidos
reales;
como el sonido de un bostezo en la mañana,
el sonido de los pies descalzos en la cocina,
y el de la lluvia bajando por los árboles.

Todo está mejor
cuando no tienes nada.
Así que trataba de mantener las coas así,
aunque,
definitivamente,
si has estado tanto tiempo abajo,
eventualmente
tendrás que subir,
sólo mantente con nada en las manos,
sigue siendo un perro,
un Diogenes,
mantente asustado,
y mantente buscando
la lluvia bajando del árbol.