Exilio

por fernandobenavides

Hace tiempo
hubo una chica
que daba todo por mi porque,
–bueno–
como suele suceder,
uno da todo por la persona equivocada,
cree en la persona equivocada
y muere por la persona equivocada.

Era una mujer reciente,
con el cuerpo recién cincelado
y tenía una amable sonrisa,
eso era bueno,
su sonrisa.

Sus ojos se hacían pequeños al verme
y volvía a sonreír,
como guardando cada postal que hacíamos
sin querer hacerlo.

Contaba buena historias,
historias de barrio,
y cosas que le asombraban,
que era todo
y ella lo sabía.

Después la abandoné para irme a otro lugar,
lejos
y solo;
ella lo aceptó y dijo:
Quiero vivirte hasta el final;
así que eso pasó,
vivimos hasta el final,
y en el final,
nos despedimos de un abrazo
y un beso que ya olvidé.

Después de un tiempo
esta chica me alcanzó hasta donde estaba,
que era lejos,
y estuvo conmigo algunos días,
y sólo hasta el último día pudimos ver el amanecer.
Pocas personas fueron a verme en el exilio,
ella fue una de ellas;
no la amaba,
la quería,
aunque ahora
la recuerdo con bastante amor.