A 10 mil pies de altura

por fernandobenavides

Viajaba a algún lado,
solo,
el asiento a mi lado estaba vacío;
en algún momento
rumbo al aeropuerto
pensé que la iba a encontrar en la sala de espera.
No sucedió.

Se supone que los viajes deben ser algo feliz,
pero yo tenía el culo a 10 mil pies de altura
sin alguien que disfrutara la cerveza que ofrecía la azafata
y terminé bebiendo sin compañía.

Aquello era un viaje a la incertidumbre
ni siquiera sabía a qué hotel llegaría;
sólo quería beber un poco
y encontrar sentido a la vida
si es que lo tiene
o si es que se puede encontrar.

Así que ahí estaba;
había perdido
como nunca antes,
pero quizá era justo
después de tanta indiferencia.

A 10 mil pies de altura
la cerveza sabe diferente,
y yo sólo esperaba palpar
aún fresca
la sangre de Hemingway en
su escritorio
y beber su jugo de naranja.