El ruido del carrito en el avión

por fernandobenavides

En el avión habían voceado el nombre de Susana,
por supuesto ella no estaba,
y no llegaría;
no habría escena memorable
o un intento de su parte.
Nunca tuve oportunidad,
pero lo intenté.

A veces lo extraordinario no es suficiente
cuando no encuentran la poca magia
que un borracho es capaz de hacer
con lo que resta de su alma
cansada
acabada
y enferma.

Estaba en las alturas,
podía hablar con dios
y dios
podía escuchar mis susurros
y el ruido del carrito
que llevaba las bebidas de la aeromoza
cansada de volar.

Decenas de ventanas pequeñas en
el pasillo del avión
eran un guiño repetido al mar.

Cargaba una libreta
y una pluma
o dos
y todos los fracasos de 36 años.

Yo sólo era un hombre
que acababa de descubrir su realidad,
sin otro remedio
mas que continuar.