Aquellas que me abandonaron
Me encontré de nuevo con la madrugada;
era fría y el viento parecía moverse lento.
Había dejado atrás las noches en los bosques,
cuando los amigos que tuve se perdieron entre los árboles,
y los gritos habían sido olvidados,
–Algunos de alegría, otros de placer y otros más de desesperación.
Las confesiones llegaban poco a poco,
mis arrepentimientos se iban quedado atrás
y llegaban mujeres ya muertas
y pocas cosas más;
hacía algunas horas no estaba roto de amor por dentro,
en realidad,
estaba lastimado de manera permanente
y así habría de aprender a vivir.
Las estaciones del año estaban desfasadas,
los árboles estaban crudos,
secos,
con largas ramas que quitaban delicadeza al recuerdo
o lo dejaban desnudo,
demostrando que aquello
no había sido tan bello
y los tiempos que venían
serían diferentes,
o al menos así lo quería ver.
Yo era una persona solitaria,
que comenzaba a olvidar
a todas las mujeres que no me amaron,
por las que di todo
y todo el futuro me negaron.
Ahora estaba frente a ese frío,
lento y constante,
que de nuevo era mío,
y llegaba
para rescatarme
de aquellas que me abandonaron
para perderse en el tiempo.