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Los escritos de Fernando Benavides

Categoría: mujeres

Desastre

Esto no va para ninguna parte,
que es el lugar donde comienza todo.

Tengo el sabor del sexo
mezclado con whisky
a las 10 de la mañana

Y camino por las ruinas
que dejaron las ilusiones
de algunos días
grandes
e imposibles.

Esto es un desastre.

En algún momento ella,
con los ojos cerrados,
dijo:
un poco más fuerte
por favor,
y yo
recordaré esas palabras el resto de mi vida.

A veces
uno pasa de ser un posible amor
a un olvido.

A veces
no hay mucha consideración
con uno.

Así que ahí estábamos
casi cada noche
con la bebida
resbalando por la garganta
mientras no sabíamos qué ocurría,
y para ignorarlo
nos enamorábamos un poco más;
o al menos
eso creía.

Ahora está alejada aquella tarde de lluvia,
y las lluvias todas,
y el paraguas en el último piso
del primer día perdido.

Algunos recados
se quedarán para siempre,
y las imágenes
que acabaron con todo;
aunque tuvimos buenos momentos.

Y recuerdo todo eso
mientras me sirvo
otro tanto de whisky.

Póker

Los fines de semana eran particularmente difíciles,
trataba de dejar el alcohol,
pero sabía que eso era lo difícil;
mi vida está ligada a la bebida como a las mujeres imposibles,
las que arrancan a pedazos la piel
y te hacen trizas las cenizas que quedan de la sangre vulgar y ardiente.

A mi me da por beber sobretodo en las mañanas,
cuando me doy cuenta que el sol sigue estando allí,
y por la casa caminan los recuerdos,
descalzos,
uno a uno;
el recuerdo de cada una de ellas,
y se desnudan y me abrazan,
y me dicen que lo han pasado bien,
y en medio de una buena charla se marchan,
todas,
y me dejan con los hielos a medio entender en el mar del whisky.

Tardamos en reponernos de los desamores
porque confiamos y nos falla el instinto,
no somos nadie para quien nos es todo,
y uno queda con bastantes pérdidas en la vida cuando todo termina.

Ya no hay tanta música,
no hay acetatos,
no hay carreteras acompañado,
y no hay más mitad del camino…
hemos llegado al final.

Es una lástima que uno pierda en el póker donde se juega todo;
es una lástima, realmente, no aprender nunca y,
al contrario,
jugar de nuevo sabiendo que tienes malas cartas.

Así que no queda más que aceptar la realidad,
olvidarse de la piel aquella,
llena de curvas al borde de la noche,
y las risas,
pero sobretodo
la mirada sobresaliente de un hombre
que supo que iba a morir.

El miedo es mi bebida
y la acepto mejor con un whisky y mineral.

Viento muerto

Ella no me amaba,
no me quería,
pero tampoco se quería ella misma;
se hacía daño,
ese daño que con los años
no te hace más fuerte
sino más débil
y no quieres recordar.

Así que no me amaba
así que no me quería
aunque ella dijo que sí,
aquello del querer,
no del amar;
pero el tiempo me dio la razón.
Ella no me quería.

Yo le entregué mi alma catapultada hacia el infierno
y ella no tuvo consideración
ni cariño
ni odio.
Ella no tenía nada para mi,
yo hubiera preferido su odio
pero no había.
Ella no me amaba
ni me quería
ni me odiaba

Yo me dejé arrollar por ella
y ella cruzó sobre mi
sin darse cuenta,
y cuando volví a vivir
ella no estaba
porque en realidad
nunca estuvo.

Se fue con su amor
con su cariño
y con su odio intacto.

A veces uno
estando vivo
es viento muerto.

Derrotado

Yo estaba derrotado
con todo el futuro delante de mis ojos;
lo que siempre había esperado,
por lo que había llegado
hasta aquí
después de tantos años;
al fin el mundo se hincaba a mis pies
y yo estaba derrotado.

Los cementerios se habían llevado a algunos amigos
con los que ya no contaba,
y el amor
se había llevado lo demás.

El aire era cálido
y los árboles comenzaban a ser verdes de nuevo,
los colibríes no cumplían un sólo deseo
hace más de un siglo,
y las mujeres seguían abandonando
a los hombres que tienen
locura
y nada más.

No las hay

Quizá estemos todos
hundidos
en algún minuto del día
todos los dias,
sin poder encontrar
la única respuesta
que nos importa.

Tenemos gritos
en silencio
que no escucha
la única persona
que queremos que escuche
y que es
a la que no le importamos
ni le importaremos
aún cuando caiga el mundo,
o su mundo,
o el de todos
hasta el olvido.

Tenemos esta desesperación
llena de vida
que carcome entre la cruda piel
y entre lo que no sabemos hacer.

Y tenemos, claro, imágenes
y lugares
y sonidos
que nos anclan a días muertos
en los que alguna vez
fuimos felices.

Sin el amor frustrado
nos movemos con claridad
por el mundo,
y cegados
entre la espalda y el pecho.

Hay pocas historias
con buenos finales,
realmente pocas,
pero las hay,
sin embargo somos demasiados
y ya no hay a quien amar.

El frío será recordado

Hay tantas cosas que han pasado…
últimamente ha llovido poco,
los caminos se mantienen largos,
y comienza a amanecer en lugares
donde nunca había tocado el sol
de esta manera.

Se acabaron los sueños
que me gustaba soñar;
oro a cambio de agua,
momentos a cambio de tranquilidad.

Es una lástima cómo se derrumbaron tantas cosas
y cómo he tenido que cruzar 4 caminos del cementerio
para llegar al centro
y enterrar lo que anhelé.

Se ha acabado la sequía
y el mundo se ha abierto
postrando más ríos que sangre
a los pies de la espera;
el dolor ya no es,
ya no asombra.

Es una lástima que los ojos queridos
no vayan a acompañarme al siguiente trayecto
ni vayan a ver
el fin del mundo
desde un lugar seguro.

Últimamente ha llovido poco,
y la gente ama a quien puede
con la poca capacidad que tiene,
y el frío
será recordado
como lo último que sentimos al respecto

El último aliento de las cigarras

La vida de tan hermosa cansa, deprime, se esconde;
con ganas de encontrarla;
pero uno se conforma sólo
con algunos recuerdos,
recuerdos de cuando se construye algo,
de cuando se busca algo,
de cuando casi lo logras,
antes de que el mar llegue
y una ola
destruya el castillo de arena
o se lleve al niño de 4 años
y no lo regrese jamás.

De cuando hubo mejores tiempos
aunque no sabías que lo eran,
y estaban tus hermanos
y tú amabas sinceramente a una mujer,
o un hombre amaba a esa chica
y ella nunca lo supo
o no lo quiso saber.

La vida entonces se pasa entre nuestros dedos,
mientras intentamos señalar algo
en la noche,
con el frío,
diciendo adiós
a las personas que amamos,
y que a veces
no nos aman.

Entonces están las demás cosas:
la luna amarilla,
la caminata sobre los rieles de un tren
que pasará dos horas después,
y las cigarras que morirán de frío;
todo ello, tan nuestro, que no lo podremos dejar atrás
el resto de nuestra vida.

y la música
que no la queremos mostrar a nadie,
porque a lo mejor no se enamoran de ella como nosotros
y entonces,
cómo podríamos exponerla
a alguien que no la entiende,
y no la cuidará como nosotros
que la hemos escuchado
con todas nuestras penas
y nuestras alegrías
y nuestros muertos
que jamás regresarán;
la música es la tumba de nuestros más preciados recuerdos
y está prohibido pasar
a donde las cosas viven por siempre.

Así está la vida,
tan alejada de nosotros,
tan cercana al olvido,
tan abandonados que nos tiene
y tan descuidados.

Pero recordamos construir
y querer,
y recordamos a una linda chica que nos abandonó,
y se recuerda
al hombre infiel
y que dejó todo
por nada.

Tenemos la visión de lo que ocurrirá
pero no cuando lo queremos,
por desgracia todo llegará demasiado tarde,
las cosas maravillosas
no son cuando queremos;
estaremos esperando algo más,
la vida y la muerte,
nuevas cosas,
nuevas miradas,
nuevos gemidos,
y todo ello
con el sonido de las cigarras que nos darán
su último canto
los días de diciembre,
cuando todo esté acabado
y nosotros estemos esperando de nuevo
los recuerdos de lo que queríamos
y que no fue.

Hasta que el fuego se extinga

Quiere a una mujer hasta que se extinga el fuego… tu fuego.

No dejes
que nada
se interponga en lo que te hace sentir vivo,
aunque sea un sólo momento,
pero no sufras en el intento
de querer a alguien equivocado;
aléjate cuando tengas que alejarte,
vete
y no regreses,
no regreses,
porque no hay muchas oportunidades
y tienes que encontrar la correcta;
a veces,
tienes que irte cuando no quieres,
porque creías que era la mujer correcta,
pero no lo es
y tienes que irte,
y antes de que encuentres,
recuerda que primero está tu vida
acabada y preciada
y te tienes que dar otra oportunidad;
no lo hagas con la cabeza hundida,
hazlo
con la certeza
de que lo correcto
es encontrar
a la mujer correcta.

Entonces quiérela hasta que se extinga el fuego… tu fuego
y desnuda a quien quiera que la desnudes,
y besa a quien quiera que la beses,
besa hasta el cansancio
a una mujer que lo desee
y que te bese hasta que se acabe el fuego… su fuego.

No te quedes con quien no te quiere,
pero no le hagas mal,
no la trates mal,
sólo aléjate de esa ausencia de fuego.

Sigue por la noche,
sigue
y sigue de nuevo,
cada vez
estarás más cerca de encontrar.

No te preocupes si alguien no usa su fuego en ti,
pero tampoco uses el tuyo en esa persona,
sigue
ardiendo
hasta que la muerte se espante
y te deje continuar.

No busques noches acompañado
donde hay ausencia,
o duda,
aléjate de ser la duda de alguien,
no te preguntes por qué
o no te preguntes de nuevo;
con la persona correcta
arderá el mundo
y esa visión
de tierra en calma y en llamas
será lo único que detendrá
tu búsqueda
y su búsqueda;
en algún momento ocurrirá
y recostarás tu espalda en sus brazas
y tus manos serán fuego azul
y su aliento aire que avive
el intento acertado.

Y querrás a esa mujer hasta que el fuego se extinga… tu fuego,
pero no se extinguirá,
y habrás alejado
a quien no te quiso,
hasta que alguien
te tome
y muera en ti
llena de vida.

El brazo de Elena

Elena había llegado de Alemania en un vuelo retrasado 3 horas; traía el corazón pisoteado en una de sus 4 partes. La recogí en el aeropuerto; esa noche fuimos por whisky y cerveza.

Al día siguiente subimos a mi automóvil y comenzamos a descender por el país; terminaríamos caminando por una vereda de arena blanca hacía el mar con la peor resaca de nuestras vidas, pero eso ocurriría varios días después.

Teníamos preparada una carga de música que escucharíamos durante aquel viaje que duró más de un mes. El primer lugar donde nos detuvimos tenía una gran plaza central, había conducido unas 5 horas y teníamos que comer algo. Hacía frío. Era un lugar tranquilo, pedimos un desayuno sencillo y yo comenzaba a extraviarme en aquellos ojos verdes en los que no habría forma de entrar, claro, eso también lo sabría al final, después de dormir con ella y escribir sobre su espalda palabras calladas, poner arena sobre sus hombros y encontrar locura en su resistencia; pero en aquél momento todo tenía sentido y esperanza, su rostro de asombro europeo y las ganas de olvidar el amor eran una combinación animal escondida tras su cabello rubio.

Comimos y fuimos a ver algunos alrededores. Yo recuerdo el viento entre mis brazos y la garganta seca de alcohol, recuerdo a Elena tomarme del brazo mientras caminábamos. Al regresar al automóvil se lo había llevado la grúa; el viaje había empezado bien, porque todo lo que se sale de control, lo que no esperas, es lo que vale la pena.

Así que estaba ante un viaje, con una hermosa mujer y ríos de alcohol y aventuras. Juntos terminamos en el culo del país y metimos el automóvil hasta la sala de mi casa destrozando las ventanas. Todo ello era tan bueno que asustaba, tanto, que ella terminó por irse pronto de aquí y jamás regresó. Supongo que se olvidó de su corazón roto y se fue con el pulso acelerado. Yo era un tipo sin miedo al abismo, y ella… ella sólo quería retar al sol.

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Dejar ir

Hay que dejar ir
hay que dejarla ir
hay que dejarte ir porque…
en realidad
cuando vi que esto fue una expedición de uno,
y de uno nada más
pude ver la realidad…
me di cuenta que somos diferentes
y nunca tuvimos tantos recuerdos juntos,
ya que nunca estuviste,
ya que nunca te quisite quedar
y entonces,
bueno…
ahora ya dejo ir
a tus senos que he besado
a tus piernas que he tocado
a tu corazón que he amado.

Es hora de dejarte ir porque en realidad pertenecemos a mundos diferentes
y no pude llorarte,
quise,
pero solo tengo recuerdos míos donde, a veces, tan solo me acompañabas;
no te culpo,
pero te dejo ir;
y yo,
yo puedo estar tranquilo
hice todo lo que estuvo en mis manos,
no me quedó alguna idea en la mesa,
algún esfuerzo,
di todo,
y ahora estoy libre de nuevo,
con el camino del fin del mundo adelante
y todas las mañanas en las que he de despertar
en la búsqueda que me ha de llevar al fin de la selva,
esa a donde no quisiste ir,
de la que te platiqué y no quisiste siquiera averiguar,
ir hasta el aullido de la última bestia del planeta,
y a las noches estrelladas en la cima de todas las pirámides del mundo;
ahora estoy libre de nuevo,
sin sentimiento de culpa,
sin nada en la espalda,
sin alguien en quien pensar
y con los pies ligeros
que me han de llevar
hasta el destino desconocido
al que llegaré
con la mujer que quiera andar a mi lado,
y todo,
entonces,
tendrá sentido.