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Los escritos de Fernando Benavides

Etiqueta: días

Mañanas nubladas

Todo está construido de pequeños momentos;
los más raros,
los más hermosos,
suceden poco
y los recordamos tanto.

Por eso
si llueve en la mañana,
–una lluvia gentil–
no escuches otra cosa,
ni hables;
no veas el televisor,
ni leas este poema;
escucha la lluvia
y el canto suicida
de sus gotas llegar.

Observa el pasto
y las hojas tamborileantes,
y si tienes suerte,
el estruendoso aletear
del pequeño colibrí.

Las mañanas nubladas
son un regalo de los Dioses
que nos orillan a pensar
y construir treguas diminutas
de hombres ansiosos.

Por eso
si te levantas con el sonido de la lluvia…

detente a escuchar,
y no hagas otra cosa;
no pongas música,
ni veas el televisor,
no leas este poema,
no leas este poema por favor.

El mundo se ha alejado

La noche me llega al estómago
y la soledad al corazón;
los temores me aprietan
entre las sabanas y
la desesperación.

Cuando pienso
haber logrado algo,
el momento
se deshace
dejándome con nada.

Camino a tientas en la oscuridad,
–densa–
y han muerto
los amigos
que me podían guiar.

Soy un desertor de la alegría,
y cada vez temo más
a la madrugada
y a la realidad.

Las voces que escucho,
el tintineo de las copas,
la risas vulgares del alcohol;
cada vez rehuso más
vivir entre la humanidad.

Hay muy pocas personas
en quien pueda confiar,
y lo único constante
es la aprensión.

Este mundo
se ha vuelto
un lugar
inhabitable.

El chico sin una mano

Hay un chico
sin una mano
que juega fútbol en el parque,
festeja y dribla a los otros chicos;
se le ve contento,
alza los brazos al gol
y el sol cae sobre su espalda
con rayos dorados
festejando el tanto.

Los demás chicos lo ven
y juegan
mientras los perros ladran
moviendo la cola
tras el balón
y pasa un carro de dos ruedas
con helados
y sus campanas
y sus recuerdos fabricados al instante.

Llegan personas,
algunas buscan la sombra
de las hojas
de los árboles
de una tarde cotidiana,
hermosa.

Ando acumulando días

Ando acumulando días,
cada uno es a la cuenta del menos,
cada noche sopeso mi cargo, llenándome de actividades cualesquiera para lograr progresar.
Ando acumulando horas para formar días,
que lleguen los meses a cuentagotas,
se acerquen los años cansados.

Ando en espera de la paciencia,
buscando la verdad escurrida,
hurgando en las noches al lado de sombras,
esperando a que llegue el frío de la madrugada,
anunciando la víspera del sol.

Junto días con el fin de, en algún momento, dejar de juntar.
Serán todos, serán completos, serán demasiados los que hay que reunir,
uno a uno, sin saltarlos, sin alguna trampa engañar,
todos habré de vivirlos, entenderlos.

Absurdo es que, para acercarte a alguien, haya que poner distancia de por medio.

Ando recolectando noches,
conociendo el mar en la oscuridad,
escuchando los ruidos de las vigas,
inventando conversaciones,
recordando la montaña,
oliendo el pino,
palpando la soledad,
imaginando retornos,
cavando mi tumba para dejar de morir.

Ando recolectando días, algún instante por los que junto dejarán de llegar,
pasarán meses y meses más,
juntaré horas en abundancia,
cubriré mi cuota y la entregaré complacido,
habré engendrado pensamientos,
todos continuos, varios errados, necesarios y agotados,
sentires al lado del alba que voy juntando,
contando paciente, viviendo consciente.

Tomaré la hoz, cortaré la maleza,
andaré el sendero, recolectando lo que vea,
pernoctaré aquí, despertando donde sea,
retando al aire hasta que el viento desfallezca.

Ando sin sentido constantemente,
reposando la experiencia,
sintiéndome de todos lados,
excluido de todas las mesas.

Ando revuelto, ando andando,
ando acumulando días,
agotando la espera.

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