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Los escritos de Fernando Benavides

Etiqueta: esperanza

Resistiendo

Afuera los árboles se mecen
y es de noche,
y todos están esperando a que algo ocurra:
el día
y el fin de la madrugada,
o la cama con una mujer desnuda,
que se aleje el recuerdo
y los muertos se vayan
lejos
para ser recordados como se debe.

Las piernas y las caderas que no habrán de ser tocadas de nuevo,
los años lejanos,
y las risas que se escaparon.

Nos hemos olvidado,
todos,
unos a otros
de manera brusca,
ciertamente grosera,
ciertamente injusta.

La tranquilidad llega
con el whisky de las 3 de la mañana
y el frío es tenúe;
ya no estamos caminando en un poblado alejado
esperando algo de sol
para no desesperar
mientras la gente sale
y se abren los caminos
que llevan
al agua cristalina
que siempre habrá de estar para ti.

El dolor
y los años
se habrán de llevar a muchos,
mientras,
algunos otros
estaremos aquí,
resistiendo.

Tontos

Hacen falta tontos de verdad
que crean en las cosas que pueden pasar,
y que todo se puede lograr;
en una mujer que puedan amar.

Hacen falta tontos que vayan el frente
y abran el pecho
a la primera bala
de la traición
o del desprecio.

Así nos vemos unos a otros,
y no tenemos certeza de regresar,
avanzamos,
mirando al lado izquierdo vacío de mujeres
y al derecho de la esperanza.

Teníamos algo inquietante
y algo de placer,
muy poco;
teníamos
el recuerdo que nos dejó intentar.

Hacen falta tontos de verdad,
que crean que las cosas se puedan librar;
es necesario que uno de nosotros logré,
y los demás
puedan continuar.

Emboscada

Moriré de un ataque al corazón, la sangre Roldán tiene ese mal, mueren de dolores de corazón.

Estoy hecho con un corazón dispuesto que no aguantará un último ataque –sin llamar al doctor–, sin nada catastrófico o dramático, sólo una muerte más. El hígado tan ebrio como yo resistirá, y no me pasará nada por beber y estar en la noche buscando el frío; moriré de una emboscada al corazón, una que no espere… una traición, un abandono o una mentira, moriré de eso, de creer en alguien, y que esa persona no crea en mi, como ha sido continuamente, sólo que habrá una última ocasión y no podré ver cómo termina esta historia, regresaré al infierno donde pertenezco y le agradeceré a mi padre entre las brazas que me haya permitido estar tanto tiempo aquí; entonces reconoceré que la oscuridad de allá, no es diferente a la de aquí.

Tendré tiempo de sobra, eso me han prometido, tiempo de sobra para recordar cada cosa que he hecho. Yo, ahora, sólo quiero llevarme los recuerdos inconclusos de una mujer, una con la que he ido a lo más alto de la ciudad, pero no al fin del mundo, que es mi lugar.

Nadie se puede quedar con un hijo del diablo, y el hijo del diablo no puede quedarse con nadie; y es que aunque la gente sonría con ello una y otra vez, y crean que es recurso literario… que suena bien entre verbos y metáforas… yo soy una cría del diablo, un hijo del olvido con tiempo libre para andar por el mundo.

Por ello, ven, no puedo morir de manera común, necesito morir de una emboscada al corazón para que no tenga esperanza de escapar, y ese, bueno, ese será mi final.

Intento que mi último recuerdo valga la pena, que al menos, tenga un beso decente.

Está bien, en ese momento le diré a mi corazón que se detenga, y él, lentamente, dejará de caminar.

Pequeños dioses

Tengo pequeños dioses
que han sido duros con la vida
y regresado de la muerte
y el tiempo
y nunca tuvieron el olvido como opción.

Todo,
lo hermoso y el dolor
parece lejano,
y ellos se mantuvieron
hasta que llegaron al otro lado del río.

Yo he abandonado todo para seguirlos,
pero las monedas
no son suficientes para llegar;
y la gente me intenta ahogar
lejos de lo que seguía,
veo la ciudad con todos los hombres
y las mujeres,
los cuerpos que van y vienen
y las sonrisas;
pero nunca consigo quedarme con ninguna
para ningún propósito,
así que voy camino a ninguna parte,
sin que me sea permitido arrancar la única inocencia
que me interesa.

Todo los demás es una continua repetición
y no hay vida,
no hay sorpresas;
quizá haya perdido,
antes de iniciar la carrera.

Así que lo único que me queda,
son las gotas de la noche,
y con algo de suerte
otro momento para continuar
sin envejecer demasiado
o dejar de escuchar.

Incapacidad

Llevaba una botella de vino y varias cervezas,
el mundo se había derrumbado
pero no se había destruido;
no había almas perdías en la calle,
ni en mi cama,
no en el telefono;
no estaban encontradas.
Todos estábamos perdidos.

La realidad tenía algo de distante,
y los deseos que no se habían cumplido
tocaban la puerta
a la 1 de la mañana.

Las palabras no funcionaban
para quien estaban dirigidas,
de alguna manera no sabía hablar
y tenía esta incapacidad de amar,
o de intentarlo.

El alma galopaba
sin destino alguno,
estaba viva,
sin sentido,
como si tuviera prisa de llegar
más allá de donde alcanzo a ver.

Quizá sea el alcohol
la desesperación,
la soledad,
la esperanza,
el cuento de la infancia,
la guerra más allá de la carretera,
del oceano,
o la paz de una pareja que hace el amor
por toda la humanidad;
pero el mundo carece de rumbo
cuando quieres detenerte a observar
y nadie más está interesado en hacerlo,
ni está interesado en encontrar
todas palabras perdidas.

Así que estaba aquí,
con el árbol frente a mi ventana,
los dos recibiendo el sonido del viento
y abrigando la noche,
sin nadie que nos viera,
muy mudos,
muy tristes,
queriendo no estarlo,
sin que comprendiera
todo lo que decíamos.

Está bien,
esperar,
o morir cada noche
en la lápida de tu propia espera.

Nos quedamos esperando algo

A veces se pierde el sentido
y sólo se observa
lo poco que hemos logrado,
los tantos intentos que hemos intentado,
los gritos mudos,
las risas imaginadas,
los llantos estancados.

A veces se quisiera lograr algo,
pero no se puede,
porque estamos aquí
día tras día,
esperando que algo suceda;
pero el mundo se cae
o no lo hemos comprendido;
entonces viajamos para buscar comprender
y creemos encontrar,
hasta que regresamos
y todo deja de tener sentido
de nuevo
de nuevo
de nuevo.

A veces creemos tener alguna respuesta;
cierta satisfacción que ayuda a los demás
mientras nos hundimos más y más;
parece estar bien,
si eso hace que los demás
ganen algunas batallas.

Claro, nadie escucha,
nadie acude al llamado
y nadie se detiene.
(no sabemos si nosotros nos detendríamos)

A veces morimos,
a veces atestiguamos
y muchas veces el tiempo pasa como el viento claro
en un día olvidado,
otras veces nos detenemos
y comenzamos a hundirnos
desesperados,
como si quisiéramos que alguien nos escuchara
y al día siguiente
una vez más
amanecemos solos.

Quisiéramos encontrar la virtud en la resistencia,
pero no sucede
sólo nos mantenemos
muy quietos,
esperando la muerte.

Salto de fe

Soy un hombre limitado que sólo cree en los saltos de fe;
todo se relaciona a eso,
a la eterna perdida,
al constante peligro,
a la advertencia sin advertir.

No creo en el sol naciente,
sino en la posibilidad que no vuelva a ocurrir,
en la tierra que nos sostiene
y en cualquier momento nos puede tragar.

Soy un hombre de posibilidades cortas,
de días diminutos,
de tristezas que vienen,
una tras otra,
y sólo eso queda.

Creo que las mujeres que creen en mi,
sin esperanza,
sabiendo quién soy
aunque no sea nada
y eso sea todo.

Soy un hombre de una sola fe,
la que se tiene al llegar al borde
y aguantar al paso
hasta tentar el aire de la perdición.

No tengo certezas
ni tengo futuro;
para algunas mujeres eso ha sido todo
y siempre me acompañan.

No soy de ordinarias pruebas,
me voy cuando me ponen
al lado de los demás hombres;
no me interesa ser como los demás
ni respondo a los mismos retos.

Soy un hombre de una sola fe,
en un sólo amor,
en una sola mujer;
sólo que ocurre poco,
o casi no ocurre,
y no respondo como todos,
ni me interesa hacerlo.

Mis chicas

Díganle a mis chicas que nos iremos pronto

que tomaremos nuestras cosas y nos largaremos de este mundo pisando cada pilar que resta

díganle a mis chicas que estén listas

que Nala use el chaleco rojo y Gretel vista la pequeña playera blanca

Díganle a Lissette que pasaremos por ella y nos largaremos a Hamburgo

que nos llevaremos a Jannis y dejaremos la tierra seca de aquí,

digan a los que nos recuerdan que nos olviden,

digan a todos que no somos nadie
y es suficiente.

que guarden unos boletos de tren y una pistola .44
porque no vamos a voler
y vamos a volar en el camino.

Díganle a los que se quedan que deben irse

Díganle a mis chicas que pasaré por ellas al atardecer,
no hay más que hacer
mas que tomar el largo camino del resto de nuestras vidas.

Tendremos una tumba decente
de personas bien vividas,
y 3 metros bajo tierra,
seguiremos andando el camino.

Momentos

Era invierno,
y el año acababa de comenzar;
habían sido días difíciles
o días de cambio,
que suele ser lo mismo.

Yo vivía en un pequeño departamento,
pero era suficiente
para poder estar
y escribir.
Un hombre necesita ambas cosas.

Había conocido otras personas
cuando salía,
con las manos en los bolsillos
al parque,
y todos sacábamos a los perros
y estábamos algunos minutos allí,
mientras los animales corrían
con la poca sangre salvaje que les quedaba.

Un día pensamos
que sería buena idea ir a otro lugar,
más grande,
y llevar algo de comida,
vino y cerveza.

Y fuimos y estuvimos,
y todos parecían sentirse bien;
nos sentamos en el pasto,
y platicamos
mientras veíamos cómo
los animales corrían de nuevo;
alejándose de la desesperación.

Todos reíamos
y platicábamos
de escritores,
de músicos,
pero todo
al nivel del mar
cuando no ambiciona comerse la tierra
ni seca la sal.

Y estuvimos allí,
bebiendo vino
y cerveza;
el sol fue recorriendo cada parte del lugar,
como si tocara cada pasto
y lo llenara
de un cálido oro.

Cuando nos dimos cuenta
habían pasado muchas horas
y nadie se quería ir,
porque todo estaba bien.

Habíamos encontrado un lugar
y un tiempo
lejos de todo,
que recordaríamos
como el momento en que nada importaba,
y nos permitimos pensar
en la posibilidad
de correr desbocados
como aquellos perros,
y tranquilos
si es que eso queríamos;
y nos quedamos callados
contemplando todo aquello
mientras nuestras manos
tocaban el pasto.

Mitades

Qué pasaría si
la mitad de mi vida
resultara ser
toda mi vida.

El tiempo completo
cortado a la mitad,
un fraude,
timado;
compré el paquete completo
y el gas
se termina ahora.

Si la fuerza no me diera más,
o tuviera una cuadra de basura
en el patio trasero del corazón,
que nunca limpié
y es demasiado tarde,
pero,
¿qué no les he dado ya
algunas buenas historias
sacadas de ese basurero?