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Los escritos de Fernando Benavides

Etiqueta: mujeres

Bestias

Los tiempos de las bestias salvajes han pasado,
se han escondido en las sombras,
al amparo de hojas grandes
tras los pasos del dolor.

Esos tiempos
donde morir era lo que se buscaba
y vivir era un regalo,
se han pedido.

Ahora
la noche
es todo.

Pero de pronto,
en algunos momentos
ocurre que las bestias salen
de su letargo,
y vuelven a andar al canto de la cigarra,
sobre los troncos
que unen un río y otro,
y hacen cacería;

algunos mueren
algunos viven.

En ocasiones,
las bestias caminan
como si fueran de nuevo amos
–ya no lo son–
pero reclaman el lugar
y todo vuelve a ser normal.

En algunos momentos
los dioses
entienden
y nos regresan de la muerte
para ser uno con ellos,
y con ellos morimos,
esperando recordar
un paso
a la mañana siguiente.

Las bestias son
hasta el último momento,
y después
lo siguen siendo.

Un marinero viejo

Hace poco me instalé en el camarote de los 40,
soy un marinero viejo encerrado en su cuarto,
sin querer estar en la popa,
sin energía para la proa,
con el secreto de las aguas en la memoria,
y la piel curtida de sal.

Decidí dejar la borda al momento en que tuve golpes al costado
y sangré sin parar y sin sanar;
ahora me tienen aquí
porque sé escuchar la mar,
y nada más.

No soy apetecible a los peces,
y el fondo es demasiado oscuro para sobrevivir;
pero yo he regresado de ahí
en los días de la tormenta de las 23 noches
y las 23 despedidas.

Ahora incluso he perdido el gusto por el ron,
como por los bosques,
y la caricia de la muerte morena.

He visto todo,
he sobrevivido a las peleas de los marinos,
un barco contra otro,
completa tripulación embrutecida de sangre y coraje,
prostitutas viendo a lo lejos
con los labios pintados de rojo
sonriendo al ganador y consolando al perdedor.

Ahora aquí estoy,
sin amar ni extrañar,
sin poder besar
a causa de una herida de navaja en el labio
y un recuerdo enterrado.

Soy un marinero viejo que logró escapar
de las aguas de las mujeres,
y estoy en una mesa bailante de madera
escribiendo para pasar el tiempo;
esperando a que llegue el contramaestre
gritando que se hunde la embarcación,
y la nave está haciendo agua.

Me quedaré aquí
recordando cuando estuve en la isla de los placeres,
en las piernas de la tentación,
en la penumbra de los gemidos,
tras la cascada de la entrega
y la risa de las sirenas.

Escucho la madera crujir,
pero el barco se mantendrá una vida más,
y yo estaré en el mismo lugar,
listo cuando el relámpago llegue,
y lo tome en mis manos y lo bese
y pueda encontrar sentido al fin.

Apenas mujer

Era apenas una mujer
asombrada de todo:
de la lluvia queda
y los días soleados,
de los hombres salvajes
y los pequeños momentos;
canarios que vuelan y no regresan.

Era una mujer,
que no podía dar un paso
sin saber qué dirección tomar.

Veía la vida desde su ventana
y cada que podía
salía
sin querer regresar;
pero siempre lo hacía,
siempre regresaba.

Ya vendrían los días
en los que aprendería
que el dolor llega
sin ser llamado.

Tenía curiosidad de todo,
a todo sonreía;
disfrutaba la lluvia
y disfrutaba el calor
sobre su cuello.

Pequeños mundos caóticos entre sus manos,
y mientras podía
descansaba tranquila.

Era apenas una mujer
con una belleza inocente
y un animal furioso adentro
que no tarda en salir
y no tarda en regresar asustado.

A tiempo

Estuvimos a tiempo en el paraíso,
después,
el mar se lo fue comiendo poco a poco.

Vivimos el tiempo a tiempo,
después,
la edad llegó.

Nos dejamos de hablar a tiempo,
después,
nos recordamos como lo que pudo pasar
y no pasó.

Porque ahora veo hacia atrás
y los caminos se revuelven
para regresar a casa,
a aquella ciudad,
a aquellas ilusiones,
y pienso en que una vez
decidimos acabar a tiempo
para poder recordar después.

Recuerdo pocos aromas

No recuerdo cuántos aromas he perdido.

Se me ha ido entre los años la esencia de los recuerdos;
la mayoría;
así que no recuerdo el aroma en el cabello de las mujeres,
salvo el de alguna maestra cuando cursaba los primeros años,
y nada más.

Se fueron los perfumes;
de modo que si quedo ciego
no podré regresar sobre mis pasos
a las memorias
de la bestialidad del primer amor
y del primer fracaso.

Recuerdo algunos pocos aromas;
como el olor de la fruta caliente y podrida
en la carretera de la riviera,
y recuerdo
el aroma del primer trozo de carne
con el primer vino.

Recuerdo el olor de la ebriedad,
el olor de la cerveza que ha rodeado con sus ríos la garganta
y el olor de la tierra seca
cuando caí en ella.

Pero
he olvidado
todo lo demás;
cuando lo intento
soy el viento que se lleva todo
y nada deja.

Tengo
el olor del mal gusto por el tinto
y poco a poco
he ido perdiendo,
también,
el recuerdo de las voces
que alguna vez
significaron algo para mi.

Lo había tenido todo

Había pasado buena parte de mi vida
siendo deglutido en el estomago de una serpiente enferma
y vivaz.

Había estado en demasiados lugares;
pero pocas personas lo sabían
o quizá ninguna,
porque vi las cosas en silencio
mientras el sol caía sobre mis manos.

Había sido ambicioso,
y egoista
y había sido engañado
y traicionado,
y yo había hecho lo propio.

Hacía poco
tenía una hermosa mujer
y dinero,
sonrisas sinceras,
música
y momentos que se arrastran hasta la tumba.

Lo había tenido todo
rumbo a todas partes;
escribía
y la gente parecía complacida
con mis poemas.

Pero de pronto acabó eso;
se acabaron los caminos,
y la noche se hizo constante.

Se fueron el dinero,
los viajes,
y la felicidad desesperada en los bares,
los besos en el pasto
y el sexo en el bosque.

Se secaron las plantas.

Me levantaba por las noches
sin mucha oportunidad,
sin mucho propósito.

Y vi a esta mujer,
que se había quedado
y descansaba a mi lado;
me decía que todo estaría bien
cuando no tenía nada.

Y me di cuenta,
entonces,
que lo tenía todo.

Me he enamorado de todo

De las mujeres
de las palabras
de las caricias
de los silencios
y los desencantos.

Me he enamorado de todo;
de cada tentación
y de cada fracaso;
especialmente de cada fracaso.

Me he enamorado
y he intentado todo;
me he enamorado de los días lluviosos
y de los soleados,
de las mujeres en pequeños trajes de baño
caminando por una calle empedrada
a la orilla de la playa;
y de las mujeres que se han mantenido alejadas.

Me he enamorado
de todo lo que un hombre se puede enamorar;
de la cerveza
y del tabaco,
de las apuestas
y de todas las veces que perdí en ellas,
especialmente de todas las veces que perdí.

Me he enamorado de cada momento
en que he estado perdido
y ahogado en mis pensamientos
y en el alcohol;
especialmente en el whisky.

Y todas las veces que me he enamorado
me han traicionado;
las mujeres
y las apuestas,
la voz de la oscuridad
y el día en el que he creído.

Me he enamorado
entonces
del intento.

Deslaves

Recuerdo todos los lugares,
y todas las veces que las cosas eran nuevas para mi,
y la sorpresa,
los besos y la tierra,
los cuerpos y los derrumbes.

Y todas las veces que he tomado el camino para conocer a una mujer lejos,
y llego
y es demasiado tarde,
o la mujer es demasiado hermosa
y yo demasiado derrotado.

A veces ocurre que alguien puede ver algo en ti,
y sucede algo de magia,
y los dos son virtuosos en las caricias,
y los dos encuentran lluvia en el amor;
y eso es todo lo que tengo que decir,
sobre los lugares que hay que atravesar para encontrar un cuerpo,
que llueva por ti.

Eres una mujer hermosa

Eres una mujer hermosa;
no hay forma de negarlo,
ni de negarse a aceptarlo.

Basta con verte
todas las mañanas,
con la piel tersa
o la piel colgada
que es hermosa.

Eres una mujer hermosa,
aún cuando crees que lo que has hecho
es maligno
y perverso,
o si has destrozado a un hombre;
es parte de la belleza.

No importa si estás despierta
o si estás dormida
o si vas a morir la siguiente semana
o si sabes cuánto tiempo te queda.

A veces lo olvidas
pero yo lo recuerdo
y lo conservo
en silencio.

Eres hermosa,
no importa si tienes el cabello rubio
o el cabello oscuro
o si el fuego corre por tus rizos
o si no tienes cabello alguno.

Quizá tu cuerpo sea diferente
al que quieres
y deseas
y sueñas;
pero sigue siendo hermoso
y todo lo que piensas sobre él,
también es hermoso.

Sigues siendo
hermosa,
y cuando se acabe el día
y no haya otro después de este,
estaremos tranquilos
porque el mundo
tiene algo de belleza
y no nos queda mucho tiempo
para decir
pocas cosas… hermosas.

Aquellas que me abandonaron

Me encontré de nuevo con la madrugada;
era fría y el viento parecía moverse lento.

Había dejado atrás las noches en los bosques,
cuando los amigos que tuve se perdieron entre los árboles,
y los gritos habían sido olvidados,
–Algunos de alegría, otros de placer y otros más de desesperación.

Las confesiones llegaban poco a poco,
mis arrepentimientos se iban quedado atrás
y llegaban mujeres ya muertas
y pocas cosas más;
hacía algunas horas no estaba roto de amor por dentro,
en realidad,
estaba lastimado de manera permanente
y así habría de aprender a vivir.

Las estaciones del año estaban desfasadas,
los árboles estaban crudos,
secos,
con largas ramas que quitaban delicadeza al recuerdo
o lo dejaban desnudo,
demostrando que aquello
no había sido tan bello
y los tiempos que venían
serían diferentes,
o al menos así lo quería ver.

Yo era una persona solitaria,
que comenzaba a olvidar
a todas las mujeres que no me amaron,
por las que di todo
y todo el futuro me negaron.

Ahora estaba frente a ese frío,
lento y constante,
que de nuevo era mío,
y llegaba
para rescatarme
de aquellas que me abandonaron
para perderse en el tiempo.