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Los escritos de Fernando Benavides

Etiqueta: personas

No hay mujer decente

No hay mujer bonita decente,
no la hay;
ni tampoco
mujer desaliñada decente,
no la hay;
sencillamente
no hay mujer decente,
es cuestión de enfocar bien,
encontrar el ángulo
y ahí estará
su crueldad,
la naturaleza salvaje
y cierta maldad.

Y no hay
caballero alguno
dentro del hombre,
sólo hay
hipocresía
y conveniencia.

Supongo que nos merecemos
unos a otros.

Circo

Algún día existió el circo,
y la gente iba
a creer todo lo que pasaba ahí,
que era falso
pero era hermoso;
yo estaba ahí
creyendo también.

Salían todos aquellos personajes
cargando toda esa música;
y el payaso era triste,
estaba muerto,
y era alegre,
mientras yo tenía una cerveza en la mano
y esperaba que aquello
fuera verdad.

Era una noche lluviosa
y sonreía con una chica hermosa
y la pasábamos bien,
hasta que un día
me di cuenta
que no estaba en el circo;
yo era el circo,
y la función
con el buen payaso
y la música,
y la magia había terminado
una vez más.

Risa

Estaba con una chica
que era hermosa
pero
más que hermosa
era una buena persona.

Estábamos en la cama
y el calor reventó en lluvia
y comenzamos a jugar
a una y otra cosa
y por ello comenzamos a reír
y reír
cada vez más,
hasta que aquella risa
invadió las paredes
y las sábanas
y las bebidas
y la muerte,
y seguimos riendo
hasta que todo fue agradable
e inmortal.

No recuerdo cuándo dejamos de reír
y tampoco recuerdo hacía cuánto
no reía tanto;
había estado con la sangre quebrada
y me había olvidado de reír.

Ese momento hermoso
con esa chica hermosa
nos alejó
de cierta maldad,
de ciertas personas,
y de todos los errores;
y por primera vez estábamos
la chica,
la risa
y yo
y nada más.

Salvaje

Estando en la mañana
después de beber 4, 5 cervezas ayer;
y ahora las hojas de los árboles
están cálidas
después de noches frías
y algunas peleas
con una mujer.

Nunca vale la pena pelear
cuando puedes estar solo;
hay gente que no puede;
pero si te soportas,
si prefieres la buena soledad,
si no quieres compartir tu música,
y haces todo tuyo,
y las bendiciones son
el sonido de las ramas mecerse
y sólo tú las escuchas,
si encuentras mejores caminos equivocándote;
entonces manténte solo
como perro salvaje herido
recuperándose en los rayos del sol,
viviendo de nuevo
hermosamente solo.

La soledad nunca es mala,
es lo único que nos llevaremos,
al lugar donde vayamos
cuando hayamos vivido lo suficiente.

No necesitas

Usualmente
no necesitas
la belleza de una mujer,
sólo necesitas
una buena persona,
sólo eso
y
con un poco de suerte
también será
hermosa.

Usualmente
necesitas
alguien que no incendie
la casa a tu llegada,
no necesitas
reproches
sino silencios
y
sopa caliente,
o preparar una
para alguien que lo agradezca.

A veces
no necesitas
una belleza,
pero lo será
si entiende
lo que necesitas.

Tienes que controlar

Tienes que controlar
tus ganas de ganar,
tus ganas de llegar,
despertar temprano,
dormir al final.

Tienes que controlar el hambre
y los deseos,
tienes que controlar
tu capacidad de destruir
y tu capacidad de
adaptarte al sistema.

Controla las ganas
de morir,
tienes que controlar.

y las ganas de golpear
al imbecil
que está en el cuarto
de al lado
golpeando a una mujer
y escuchando musica
a gran volumen
a las 3 de la mañana.

No tienes que controlar
las ganas de crear,
así sea escribiendo
tomando una fotografía
pintando a una mujer
o una banca
hermosa.

No controles el amar
ni el tiempo.

Controla algunas cosas
que dejen desbocar a otras.

Jamás controles los recuerdos,
ni el fuego
o el aire
ni el agua que se esparce
gritando
gota a gota.

Controla
lo que ellos quieren que
no controles

y, en las noches
duerme tranquilo
o en el día
si es que acaso
dejaste salvaje
lo que te hace
por ahora
descansar.

Estamos

Todos los hombres estamos solos,
caminando,
evitando pensar en ello,
y evitando ser tomados por
mujeres,
hijos,
trabajos.

Lo olvidamos
y nos entregamos al matadero,
sin memoria,
para que nos arranquen
las viceras
y siembren lo que queda de nosotros
en un campo,
igualmente solo.

Carol

Siempre creí
que saldría con Carol
y que Carol saldría conmigo
a los 7 años de edad
y hasta morir,
y enterrarnos mutuamente
con la poca vida que nos quedara.

Por supuesto
a esa edad
no pensaba en la muerte
sino en algo parecido a la vida.

Y por supuesto no fue así.

Terminó el año escolar
y nos destrozamos
los planes.

Después nos encontramos
en la educación secundaria,
pero en diferentes pisos;
y éramos diferentes.

Ella pesaba kilos de más,
a mi me faltaban centímetros de altura
y mil kilómetros por recorrer.

Carol fue la primera en perder la virginidad.
Lo hizo con un amigo
y todos nos enteramos.

Ella había sido completamente hermosa
y a mi,
me rompió un poco
el corazón

Agarra a un hombre

Agarra a un hombre
en su peor momento;
sin dinero
sin esperanza
sin Dios.

Agárralo mientras cae
y lleva la camisa sucia
y todas las mujeres
le han dicho que no.

Un hombre que llega al cuarto,
si es que lo tiene,
y guarda
unos cuantos libros poderosos,
escritos con líneas de acero
y perdición;
que los lee
y empieza a volverse loco.

Agarra a un hombre
con poca fe,
que ha estado a punto de morir
varias veces.

Agarra a un hombre
que tiene los días contados,
que haya olvidado
lo que es tenerlo todo
y no le importe perderlo,
si lo vuelve a tener.

Agarra a ese hombre
y hazle una caricia
y dale de comer un sólo día;
porque ese hombre
nunca lo olvidará,
y se levantará
como la llama escondida
al centro de la madera
que hace arder el bosque.
Romperá cristales
y romperá el agua en su interior
por ti;
y conocerán
los puentes del mundo;
y se hará fuerte,
como sólo puede serlo
alguien que casi ha muerto,
casi.

Agarra a un hombre
que haya sido derrotado
por la causa más estúpida,
o por la tarea más grande.
Agarra a ese hombre,
y dale un pedazo de carne
para volverlo a levantar.

Y, mujer, créeme:
ese hombre encontrará a su dios
en ti,
y apenas recordarás
lo derrotado
que había llegado a estar.

Dios bajo sus senos

Me siento frente a la máquina,
escucho música y vienen las ganas de escribir,
como las ganas de vomitar
después de una noche en la que tomaste dos o tres botellas de vino.

Una vez tomé 6 botellas de vino con una mujer,
ella tenía la nariz perfecta,
usaba lentes,
y tenía un pecho que salía de su brassiere
como si fuera un preso que pedía a gritos su libertad,
y por fin se la fueran a dar,
apenas,
después de la lenta espera,
a una condena injusta.

Llegó y me ofreció vino,
y me habló de música que no conocía,
yo la escuchaba como si fuera un acólito
y creyera en la existencia de un dios,
escondido bajo sus senos.

Un día fuimos a comprar discos,
cada uno dos o cuatro;
llegamos y los escuchamos en mi casa,
y sonaban bien,
con el vino.
Cuando nos dimos cuenta,
habíamos bebido 6 botellas,
y entonces ella no sólo era dios,
sino que era más hermosa,
como ningún dios lo había sido,
ni lo será.

La llevé a la cama,
la luz llegaba entre las persianas verdes,
y había un cuadro con un barco que iba a ninguna parte.
La tomé y la besé,
y ella dijo No, soy una mala persona,
también dijo Te voy a hacer daño;
y lo hizo, no mucho tiempo después;
pero quella noche,
en la que conocí a dios,
y al día siguiente, cuando desperté y seguía ahí,
y algunas veces más,
en la bañera
o en la carretera,
creí que las cosas podían ocurrir,
de vez en cuando,
aunque no fuera así.